Cuando Me Encuentren








Yo no sé lo que busco eternamente 
en la tierra, en el aire y en el cielo; 
yo no sé lo que busco; pero es algo 
que perdí no sé cuando y que no encuentro, 
aun cuando sueñe que invisible habita 
en todo cuanto toco y cuanto veo. 
Felicidad, no he de volver a hallarte 
en la tierra, en el aire, ni en el cielo, 
y aun cuando sé que existes 
y no eres vano sueño!


Yo no sé lo que busco eternamente... 
Rosalía de Castro





Al llegar todo estaba en silencio. Caminé sobre la alfombra de arabescos hasta la recepción. Recogí las llaves de mi habitación y subí, también yo, en el más absoluto de los silencios.
La habitación estaba tal y como la recordaba. Descorrí las cortinas y abrí las ventanas. Siempre me gustó escuchar el incesante alboroto que llegaba desde la Plaza de San Marcos. Coloqué mi pequeña maleta a un lado del espejo y me senté en el sillón de tela frente a la cama. Cerré los ojos y tu voz comenzó a llenar la estancia...

"A Venecia se la puede ver de mil maneras diferentes, pero para mí, son solo dos. La primera y preferida, como una ciudad mágica, repleta de colores, música, balcones floridos, palacios, puentes e iglesias, absolutamente atrapante, bella y seductora en cada vuelta de esquina donde uno ve bien a todo el mundo y en segundos se acostumbra al sonido que emiten los cientos de remos en su contacto con el agua...
- ¿Y la segunda?
- Y la segunda mirada, que también tiene su belleza, como la “ Crónica de una muerte anunciada”, cuna de toda nostalgia."

Luego quedó sólo el vacío. Restos de presencia de quien ya no está. La imagen ausente se aferra con fuerzas; se cuelga de los bordes del espacio incierto que la ignora, que niega su figura en este mundo.
Yo busco (sin encontrar), las migajas de palabras que se esfuman y dispersan en este espacio, en esta dimensión confusa que me circunda.
Tu rincón quedó vacío. La ausencia cruel de tu cuerpo enfrió las sábanas que ayer te rozaban.

¿En qué lugar encuentro tus miradas? ¿Adónde tropiezo con la tibieza de tu ser que ya no está?

Te tragó el destino. Ya no ocupas el lugar que se te había ordenado. Tus partículas carnales se esfumaron, solo quedó la ráfaga de tu existencia haciendo el eco absurdo que a diario conforma a mi razón.

Me acerqué al lavabo, abrí el grifo y me refresqué la cara bajo el hilo de agua.
Opté por salir a pasear. Me puse un vestido corto sin mangas, sandalias, cogí mi cartera y salí a la luz pulverizada de la tarde.
Caminé por el largo muelle de madera entre los veleros, las tiendas y los restaurantes. No había nadie por ninguna parte. Sólo entonces me percaté de que iba tarareando una canción. Me despojé del vestido y las sandalias y seguí caminando desnuda hasta el final del muelle. Allí me esperaba la góndola. Il gondoliere me ayudó a bajar por la mohosa escalerilla. Me senté en el extremo que miraba hacia adelante. Él se colocó detrás de mí y tomó los remos.

− ¿Adónde quiere ir?
− A donde me encuentren.
- ¿Cuándo quiere llegar?
− Cuando me encuentren.
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